jueves, 5 de agosto de 2010

El Hombre que no sabe lo que quiere

Busqué el momento adecuado para acercarme, para darle a conocer mi necesidad de abrazarla, de besarla furtivamente como la primera vez. Espere mientras mis deseos aumentaban.Pero fue en vano, ella pareció no percatarse de nada.
Tal vez fue el exceso de alcohol, tal vez fueron sus amigos que nos acompañaron en todo momento, o tal vez fui yo, que a pesar de los años, de la experiencia y de la voluntad, todavía aun, una hermosa mujer de 21 años me presenta un misterio tal que mi cuerpo se paraliza y mi mente divaga esperando que ella haga todo.
Tal vez fue toda la combinación junta, pero el resultado fue el mismo. Seguiamos perdiendo el tiempo.
Espere demasiado, llego el momento de su partida. Sus fieles amigos estuvieron atentos a sus horarios, y el problema fue que yo no lo estuve.
Se produjo una tensión insoportable, decidí refugiarme en mi habitación, prender el ventilador de techo, desplomarme en el cama y soñar con un imposible. Un ultimo acercamiento de ella. Pedí que tuviera el arrojo y la valentía (y la locura) que yo no tengo.
Minutos de espera que tal vez con otro carácter, con otra cadena de decisiones, con un poco mas de amor propio, fueran minutos dedicados a conocernos, a de una vez por todas, estar solos, estar juntos. Pero así funcionan las ilusiones, se justifican en la irrealidad de un "tal vez", en lo vago de un si esto o aquello.
La escucho deambular por la casa, buscando cosas que sabe no están perdidas, esperando, de repente, que yo haga algo. Y no puedo mas que reprimirme.
Abre la puerta de mi habitación y se disculpa, atrás un fiel amigo la sigue como intuyendo un desenlace que no lo beneficia. El mal humor y desgano de ella ya son evidentes. No me perdona como soy, no entiende que utilizamos recursos parecidos para no sufrir, para no ser felices.
No logro elaborar ningun plan, apenas puedo levantarme de la cama y seguirla al living de la la casa. En mis gestos no hay ni una nota, ni una leve pista, de lo que sucede en el interior. Soy de hielo. Soy miserable.
Me despido de sus amigos y de ella como si nos fuéramos a ver en unos minutos, como si quedaran mas días de verano a nuestra disposición. Ya no es una parálisis física, ya no tengo ni las ilusiones. Ya no la espero. Se va.
Vuelvo sobre mis pasos, buscando la seguridad de mi soledad. Pero ella es mas que yo, se supera y se arroja, no le importa, con solo 3 pasos de ella nuestros labios se encuentran. Y no es solo un beso. Es un premio inmerecido. Es una humillación, una burla a lo que no puedo hacer aunque sea lo mas importante que me ha ocurrido en estos días.
Es un beso cálido, juvenil, a escondidas, mi sistema nervioso colapsó al sentirla. Algún día se me ocurrirá algo que podría haber hecho en ese momento. Pero estuvo muy lejos de pasar en ese momento.

- Nos vemos en buenos aires
No se siquiera si pude contestar algo. Quien sabe, tal vez una de mis muletillas se hizo presente solo para emitir un sonido, para parecer humano.

- Dale
Nos rozamos con las manos, el pecho me explota, el tiempo perdido cae con la furia de saberse irrecuperable. Puede ser que la vuelva a ver, puede ser que la vuelva a besar, pero nunca mas será como hoy.

5 comentarios:

  1. ay!

    viví esa situación varias veces como mujer y lo peor de todo es que la mayoría de las veces nos quedamos con la sensación de que quizás no le gustamos, que en realidad lo imaginamos, no entendemos y claro está, nos tiramos la culpa encima.

    ufffffffffffffffffffff

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  2. hice, hice pero el miedo pudo con ellos! uffff no me haga acordar!

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  3. Terror a bordo!
    Espero no haber sido uno de aquellos

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  4. Realmente tiene un exelente poder de expresion.Ojala pudiera ud brindarselo a quien correspondiera de la misma manera q lo plasma en este texto. Evitaria problemas propios y ajenos.

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